jueves, 26 de abril de 2012

Sobre bitácoras y palimpsestos

Un blog es una bitácora o un diario o un espacio para compartir ideas, reflexiones, vivencias, experiencias... El microblog es poder sintetizar en pocos caracteres eso mismo. Debo confesar que las dos opciones me resultan desafiantes. Si bien en la infancia y adolescencia tenía la costumbre de llevar diarios íntimos, agendas, libretas en las que expresaba mis sentires y vivires, hace años que no lo hacía y ahora me encuentro con la posibilidad de hacerlo on line. No solo esto implica acostumbrarse a publicar aquello que antes quedaba guardado en un cajón o en una mochila, sino también estar preparado para recibir los más diversos comentarios y al mismo tiempo no perderse en la enorme cantidad de enlaces y accesos que se abren a otros espacios, a otras bitácoras, a otros estilos de contar, narrar, pensar.
Es cierto que borrar y reescribir se vuelve más fácil y entonces lo que decimos no aparece con el peso de lo eternamente sellado. Es cierto también que esto nos lleva como las fotos digitales a enfrentarnos a la posibilidad de esmerarnos en la toma o simplemente disparar para luego ver qué pasa.
¿Cómo navegar por la blogosfera y por la red de twitter sin sentirse desbordado por tanto expresado, tanto dicho, tanto compartido? ¿Alguien más experimentado tiene algunas claves para compartir?
Mientras espero esas claves, comparto este chiste ...o este diagnóstico...

sábado, 21 de abril de 2012

Transmedia: el futuro ya llegó

Agamben señaló en Infancia e Historia (2001) "cada cultura es ante todo una determinada experiencia del tiempo y no es posible una nueva cultura sin una modificación de esa experiencia". Cuando abordamos temas como el de las narrativas transmediáticas viene a mi mente la idea de viaje a través de espacios diferentes, en los que uno va construyendo, creando los paisajes que quiere ver, contemplando o modificando los paisajes que ya existen, compartiendo los relatos y las ideas que trae la inspiración motivada por otros viajeros, o simplemente por el recorrido en sí mismo. También pienso en el modo en que se modifica la percepción del tiempo cuando tenemos accesos múltiples a múltiples espacios y formatos y ya no somos meros expectadores que miramos los viajes que hacen otros, sino que saltamos hacia ese escenario y lo hacemos propio, lo modelamos, lo intervenimos en un tiempo que se vuelve inmediato, que no requiere mayores progresividades, gradualidades o secuencias.
Algunas infancias de hoy (no todas, pues la brecha digital existe) crecen y aprenden con esta nueva experiencia del tiempo y del espacio en la que la posibilidad de aprender no está ligada solo a escuchar a los mayores, de manera gradual y cuando los mayores lo posibiliten, sino a comunicarse con otros sujetos que producen contenidos accesibles, en espacios abiertos a la propia producción e interrogación.
Si el futuro ya llegó, no podemos detenernos en la nostalgia por el pasado perdido porque como sabemos no todo tiempo por ser pasado era mejor. A no temer, aún podremos disfrutar del aroma de un libro y sentarnos junto al fuego tocando, reconociendo su textura, adormeciéndonos con su calidez.
Analicemos los desafíos y las dificultades y potenciemos lo que este nuevo tiempo nos trae de bueno y tal vez encontremos que gran parte de lo que tenemos entre manos es mucho, mucho mejor.